Con el aumento de la velocidad a la que debemos trabajar, interactuar, evaluar y responder a todo lo que nos rodea, nuestra dependencia humana del cerebro y la fuerza de las máquinas está creciendo exponencialmente. Todo piloto de combate sabe que un conjunto de herramientas de IA plenamente operativo es fundamental para el éxito de la misión; es la única forma segura de supervisar situaciones que cambian con rapidez, presentar datos útiles y seguir las medidas recomendadas. No es exagerado decir que un piloto no trabaja solo, sino que forma parte de un equipo humano-máquina que trabaja como uno solo.
Abundan otros ejemplos de "cobots" o robots colaborativos. Desde los robots nanoquirúrgicos que operan en partes diminutas del cuerpo de un paciente hasta el rover que explora la superficie de Marte, pasando por los más de 200.000 robots recolectores de los almacenes de Amazon o las unidades de limpieza de minas que barren las carreteras en busca de artefactos explosivos, el equipo de hojalata y tejido es ya la norma.
Para las organizaciones dispuestas a adaptarse, la cuestión no es si crear equipos anticipatorios de humanos y máquinas, sino más bien cómo localizar y seleccionar a los mejores candidatos para el trabajo. Los humanos anticipadores son atípicos, pero como cohorte tienden a compartir algunas cualidades reveladoras que deberías buscar y entrevistar cuando crees tus equipos híbridos.
Son innovadores, no inventores. Son realizadores, no soñadores. Son iteradores, no perfeccionistas. Respetan la teoría, pero confían en el instinto. No son seguidores de las reglas; podría decirse que son las pajitas que agitan la bebida.
Además, los anticipadores tienen iniciativa propia. Muestran una iniciativa implacable, lanzándose a la acción cuando necesitan conocer, explorar, probar o validar cualquier idea, hipótesis, producto o plan. Son autodidactas ampliamente informados. Tienen experiencia híbrida en las disciplinas que practican. Y hacen las cosas con rapidez.